Sinceridad y precisión en la obra de Rafael Courtoisie. Osmán Avilés.
Sinceridad y precisión en la obra de Rafael Courtoisie.
Osmán
Avilés.
Una obra literaria
comprometida con la historia, incluso con el futuro, merece atención por su
muestrario de significados, como algún crítico se adelantó en llamar a la
manera de sugerir mediante signos esas concepciones anunciadas por la
sospechada hiperestesia del lector que se adentra en la profunda mirada del
poeta.
En el trayecto para alcanzar la categoría de arte poético, la
creación de la belleza asegura una visión trascendente en el entendimiento
humano. El don de plasmar lo bello, una condición acaso huidiza, comprende asir
aquellas virtudes de imaginación y sentimiento, sin las cuales el genio
creativo carece de toda exactitud ante la presunción de verdad y sedimento
estéticos. Precisamente, lo original es un componente imprescindible en el
tratamiento de cualquier texto que emane belleza. Valorando la exclusividad en
cuanto al sentimiento de cada ser frente a las cosas, José Enrique Rodó
apuntaba:
Si todos los que escriben arribaran a trasladar al papel la
imagen clara, y por lo tanto la nota diferencial, de lo que sienten, no habría
escritor que no fuera original, porque no hay alma que no sienta algo
exclusivamente suyo delante de las cosas; no hay dos almas que reflejen
absolutamente de igual suerte el choque de una impresión, la imagen de un objeto.
De aquí que la originalidad literaria dependa, en primer término, de la
sinceridad con que el escritor manifiesta lo hondo de su espíritu, y en segundo
término, de la precisión con que alcanza a definir lo que hay de único y
personal en sus imaginaciones y sus afectos. Sinceridad y precisión son
resortes de la originalidad.1
He aquí un planteamiento que condiciona la originalidad en lo
individual de cada juicio y en el hecho de elección que garantiza las ideas
exactas. Ambos presupuestos, jalonados por modos de sentir propios,
circunstancias y épocas paralelas a la escritura, devienen una literatura
transparente y precisa que permite una lectura inagotable, cuya permanencia de
individuación otorga al texto un carácter de excepcionalidad en el transcurso
del tiempo.
De símbolos y alegorías está llena la obra de José Lezama Lima,
quien en su diálogo poético reinventaba la realidad a partir de imágenes cuya
capacidad reveladora daba cuentas no solo de su imaginación, sino también de su
erudición. Desde luego, esa importancia que este poeta daba al conocimiento
hizo de su obra una dimensión culturológica de referente —sobre todo para los
lectores del ya avanzado siglo XXI— por la extrapolación de la mitología, la
cosmología y la mística a su ejercicio poético, orlada con el sello de su
personal originalidad.
Como comprobación de lo antes planteado, la poesía de Rafael
Courtoisie2 (Montevideo, 1958) confirma la universalidad del poeta cubano. El
escritor uruguayo se siente atraído por una definición de Lezama sobre la
poesía, a partir de la cual sostiene un hilo poético que da lugar a un poemario
con el título Poesía y caracol. Tal es la inspiración del enunciado que versa:
«La poesía es un caracol nocturno en un rectángulo de agua».3 A partir de esta
imagen entendida por el genio poético, «el rectángulo del agua queda seco»4
mientras que «el caracol de la poesía […] jamás se aleja de su lugar: el
caparazón del universo».5 Así, leemos nuevas metáforas en poemas alrededor del
minimalista «calcáreo», quien al llover «lame la luz de la vida con la punta
morosa de los cuernos».6 Y comienza su personificación con las preguntas:
¿Y el recuerdo? ¿Qué cosa es el recuerdo sino una sombra? ¿Dura?
¿Tibia? ¿Es una sombra lo que queda después que en un lugar algo desaparece? ¿La
memoria es un cuerpo? ¿Los caminos de la memoria trazan la destrucción de un
cuerpo? ¿La memoria es un cuerpo sin partes? ¿Dónde están las partes, los
cuerpos que la memoria evoca, los tocados senos, las caderas, los cuerpos que
ocultaba el cuerpo?7
Estas lucubraciones sobre la existencia, formuladas en la voz
del sujeto lírico, en este caso, la del caracol, contienen registros de honda
eficacia: la ansiedad, la incertidumbre, la duda… planteadas desde la sencillez
de lo pequeño en relación con la grandeza del mundo y el conocimiento
infinitos. Casi al finalizar, la intuición de la muerte aflora por una clave
anterior: «Padre, ¿por qué me has abandonado?».8 El interrogante es inesperado
a la vez que sentencioso, tratándose de una referencia histórica cristocéntrica.
Tiranos temblad. Rafael Courtoisie. |
Tiranos temblad
Con este verso del Himno
Nacional de la República Oriental del Uruguay, Rafael Courtoisie da título a la
antología que reúne parte de su producción poética fundamentalmente en prosa,
escrita desde 2004 hasta 20109 y que incluye un breve apartado de inéditos
contenidos en las primeras páginas de esta edición, la cual corre a cargo del
Ministerio de Relaciones Exteriores, el Consejo de Educación Técnico
Profesional y la Universidad del Trabajo del Uruguay.
Una nota crítica del argentino Juan Gelman recogida en este
título, señala: «La poesía de Courtoisie es el intento —afortunado y exacto— de
mostrar el envés de la palabra, ese vacío lleno de rostros que tiemblan en los
claros silencios».10 La opinión, con una magnitud ilimitada, puede constatarse
tras leer estas páginas insuperables por el predominio de metáforas
inteligentes, decantada ironía, expresiones lúdicas, indagación de lo narrativo
dentro de lo poético, preclara imaginación, junto con algunas pinceladas de
crítica social. Son estas algunas de las virtudes de la obra de Courtoisie,
cuyo esencial acierto es su originalidad.
Entre los motivos que manan del volumen encontramos la tiranía,
las palabras, la madre, la sombra, el agua, cierto número de especies de
animales, entre otros, ofrecidos desde el simbolismo, una voluntad de
intencionar la pluralidad de significados y la intertextualidad, en la
reconstrucción del lenguaje.
El poema “Tiranos temblad” contiene una manifestación
inquietante. Desde la definición: «La tiranía es una enfermedad endémica y
contagiosa que penetra en la carne y la vuelve tensa, vehemente, ominosa»11
percibimos un conflicto en la llamada epidemia. La atmósfera dramática se hace
más elocuente cuando se declara un mundo a los ojos del poeta. La figura del
niño, que aprende a despedazar sus juguetes, sin que ello sea mal visto, por
cuanto «le obsequian otros juguetes mejores, más sofisticados, formas
humanas»,12 es la representación del futuro. Pero también este niño
«crudelísimo», conocerá en carne propia la ley de talión: « […] cuando crezca
será, más temprano que tarde, descuartizado por sus hermanos de sangre».13 Es
este un voto final inescrupuloso.
En “Madres” se observa casi la misma intensidad dramática. Acude
a lo narratológico en el texto lírico. La descripción de las mujeres hace
verlas como madres malvadas:
Y con los dedos de la mano izquierda, como una tenaza viva,
pinzan las nalgas de sus pequeños, los impulsan al llanto: ��_ ¡¡Buahhhh!!14
La mano extendida, la moneda en el paño y la sonrisa, es el
lapso de tiempo que se repetirá cientos, miles de veces, hasta que el niño
crezca, tal vez con el mismo destino de su progenitora.
Un poema que expresa tono lúdico es “Tribulaciones de la
jirafa”. Los versos «No hay bufanda que alcance»,15 «Salen muy caras las
corbatas»,16 «Desde arriba, la realidad tampoco es fácil»17 despliegan los
lamentos de la jirafa, cuyas inconformidades recuerdan la rana de la fábula de
Esopo, solo que aquí ocurre una situación inversa: la jirafa tiene un cuello
hiper-largo.
Otro texto con igual demostración lúdica es “La primera letra”.
El autor juega con la letra «a», «Letra ‘a’, voz elocuente. Letra serena»;18
inventa palabras que la contengan, «‘A’ de aplastar, ‘a’ de alteza»;19 y
mitifica criterios, «Los judíos pensaban que la primera letra era una huella
del dedo de Dios».20 En las últimas líneas, la voz lírica afirma que mientras
la primera letra duerme, las otras letras despiertan. Y convida a seguir su
travesura: «Piensen en la ‘a’ y duerman».21
El poema “La angustia” pareciera contener el mismo acento de “La
triste” —donde el poeta extraña, quiere y llora, a una presencia femenina—. En
ese ímpetu de eslabonar honestidad, escribe: «Siempre está al borde de todo,
inundada, cubierta por un agua parecida a sí misma, anegada, sumergida como una
estatua de la antigüedad lejana, erótica, mística».22 El desconsuelo como tema,
herencia vallejiana, aporta al conjunto de textos. Pero la imagen prosopopéyica
de la angustia no comulga con el espíritu del poeta:
«El ente se patentiza en la trascendencia de una existencia que
sobrenada la nada»�¿Heidegger?��La
angustia, con su cuerpo lúbrico.� El
beso homicida, imaginario, de la angustia.23
Después del espacio de silencio, tan frecuente en la poesía de
Courtoisie, descubrimos el desenfado y la ironía, el más certero camino a su
visión del equilibrio.
Sin duda, Courtoisie es un autor con un exquisito manejo del
lenguaje. El tratamiento de palabras opuestas por el sentido («salmo y
blasfemia»,24 «el cero y el infinito»,25 «la excepción y la regla»26…del poema
“La canción desesperada”), y el empleo de la función metalingüística para
hablar del lenguaje (en títulos como “La primera letra” y “Liebres, palabras”)
nos conducen a sopesar tamaña precisión.
Siempre que se mire la poética de Courtoisie habrá que
reconocerle su sabiduría; en palabras de Rodó, ese «fondo de saber, extenso y
vario»,27 sobre el que crece las visiones del creador y «es mina que enriquece
la imaginación».28
Agradezco esos vericuetos intelectivos al autor de Tiranos
Temblad, la multiplicidad de lecturas que prevalece en este libro, donde el
rigor es parte principal del encantamiento por la palabra y las infinitas
posibilidades de sugerencia.
Inteligencia y audacia, sincera voz poética, lúmenes de un sol
distante, tan cercanos en las franjas azules de sus versos, son, entre muchos
otros, los valores de la poesía de Rafael Courtoisie.
1 José Enrique Rodó: Motivos de Proteo, Edición del Ministerio
de Relaciones Exteriores, el Consejo de Educación Técnico Profesional y
Universidad del Trabajo del Uruguay, Montevideo, 2009, p.445.�2
Premio Internacional de Poesía
Fundación Loewe-Visor (Madrid,
1995). También ha recibido importantes lauros en su país y en otras latitudes. �3
Rafael Courtoisie: “Poesía y caracol”, en Tiranos temblad [Antología poética],
Edición del Ministerio de
Relaciones Exteriores, el Consejo de Educación Técnico Profesional y Universidad del
Trabajo del Uruguay, Montevideo 2010, p. 71. (Todos los poemas citados son
tomados de la misma edición).�4 Ídem.�5 Ídem.�6
Rafael Courtoisie: “La erótica del caracol”, p.92.�7
Rafael Courtoisie: “Preguntas de caracol”, pp.94-95.�8 Ídem, p.95.�9
La antología Tiranos temblad
contiene poemas de los libros Todo es poco (Pre-textos, Valencia, 2004), Amador
(Barcelona, 2005; Montevideo, 2007) y Poesía y
caracol (Sibila, Sevilla, 2007).�10
Rafael Courtoisie: ob. cit., p.17.�11
Rafael Courtoisie: “Tiranos temblad”, p.57.�12 Ídem, p.58.�13 Ídem.�14
Rafael Courtoisie: “Madres”, p. 63. �15
Rafael Courtoisie: “Tribulaciones de
jirafa”, p. 67.�16 Ídem.�17 Ídem.�18
Rafael Courtoisie: “La primera letra”, p. 196.�19 Ídem, p. 197.�20 Ídem.�21 Ídem, p. 200.�22
Rafael Courtoisie: “La angustia”, p. 183.�23 Ídem.�24
Rafael Courtoisie: “La canción desesperada”, p. 190.�25 Ídem.�26 Ídem.�27
José Enrique Rodó: ob. cit., p. 355�28 Ídem.
Osmán Avilés
Cubano, de Miami.
Rafael Courtoisie |
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