DIARIO DE UN CLAVO 11 EL NÁUFRAGO Alguien construía un muelle, un atracadero de madera sobre el agua un lugar para amarrar los botes y descargar las cajas de pescado fresco. Alguien clavaba una de las últimas tablas, en el extremo, hizo un mal movimiento, resbalé y caí al agua. Todo está oscuro, denso, hay botellas rotas de vidrio, algas, valvas de mejillones, anzuelos y tansas de pescador distraído, enredadas entre las piedras del fondo: un zapato me saca la lengua, una pelota desinflada como una cabeza calva, aplastada, un cilindro de lata, un cardumen de pejerreyes, joyas vivas que se me parecen: pero yo no respiro, ellos brillan, tienen branquias, se pueden comer, están hechos de carne, pueden nadar kilómetros bajo el agua. Yo, en cambio, soy un clavo. Me parezco a los ahogados. Soy un poema de amor sumergido, el salitre empieza a erosionarme la piel. La lepra del mar acabará por deshacerme. Pero mientras hay vida hay esperanza no todo está perdido: Ojalá v
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